Más allá de las pokeparadas y los filtros pictóricos de Prisma (la app más de moda) hay vida. Incluso hay mecanismos tecnológicos, como es el caso de Fitbit Flex.

No es un dispositivo que haya salido este verano, pero sí es habitual ver cada vez a más personas portándolo en sus muñecas. Supimos de él allá por 2013 y pertenece a una gama de accesorios tecnológicos lanzados por la compañía Fit. Su objetivo, desde entonces, es ayudar a los consumidores a practicar actividad física sin que tengan que ser expertos. De manera adaptada a cada persona y de forma, digamos, natural.

En concreto, el modelo Fitbit Flex viene en dos tamaños para que el ajuste a cada usuario sea sencillo. También hay un montón de gamas de colores e, incluso, algún modelo más formal para una ocasión apropiada, en la que el portador quiera vestir mejor y no tenga que prescindir de su aparato.

La personalización es una de las claves de este producto. Ello consigue que el cliente se sienta a gusto y, por tanto, motivado a utilizar el dispositivo. Ése es el punto de partida para la actividad física, por lo menos el que quieren desarrollar en la compañía norteamericana, con base en San Francisco.

Fitbit Flex se ha ido desarrollando en estos años y ahora su sincronización con otros mecanismos tecnológicos es buena. No solo es compatible con Apple y Windows, la sincronía con Android se ha mejorado. Éste era un talón de Aquiles demasiado grande para los primeros prototipos que se lanzaron. La sincronización móvil puede hacerse, también, por bluetooth. Ello origina al usuario un mayor ahorro de la batería, lo que es sinónimo de buena experiencia de compra.

Este accesorio monitoriza la actividad que el cliente hace cada día, minuto a minuto, incluso cuando duerme. Para ello, su pantalla consta de 5 luces led de tipo blanco que representan el progreso que se va haciendo, en relación al objetivo trazado para ese día por el consumidor. Funciona, incluso, si el usuario es escalador habitual de “ochomiles” (es operativo por encima de los 9.000 metros, de hecho). Resiste a la lluvia y al sudor gracias a que la pulsera está fabricada con polímero elástico, aunque desde la compañía aconsejan no sumergirla.

Fitbit Flex contabiliza no solo los pasos que realiza el consumidor, a diario, también hace la equivalencia con las calorías consumidas. Aporta un registro de actividad en función de las horas realizadas, sin olvidar generar información sobre los tiempos en los que el cuerpo no se mueve. De esta forma, el portador de la pulsera ergonómica tiene un balance en tiempo real y fiable de sus logros.

Ello, por ejemplo, a mitad del día, puede animarle a volver andando desde el trabajo a casa, en vez de coger el metro, para poder alcanzar la cifra de pasos que se había propuesto al inicio de la jornada. Como decimos, es un mecanismo de motivación muy efectivo y ajustable, fácilmente, a cada persona.

La información que arroja este wareable puede ser tan completa como cada usuario quiera. Ofrece la posibilidad, incluso, de organizarse la actividad física que se quiera desarrollar durante un mes. Se planifica al inicio, por ejemplo, con los diagramas explicativos, fáciles de interpretar y originarios del mes anterior. Un vistazo al móvil será suficiente. Además, también facilita el control de los alimentos y la dieta gracias a que escanea envases, cuyos datos se cruzan con los guardados en una base especializada que almacena.

Las personas que quieran utilizar Fitbit Flex para monitorizar su organismo durante el sueño también pueden hacerlo. Cómo se comporta el cuerpo durante ese período y su duración dejarán de ser un misterio para el usuario medio. El dispositivo tiene 5 días de autonomía que dan un respiro al consumidor, libre de recargar la batería a cada momento como hace con su móvil.

Esta pulsera silenciosa demuestra que los weareables están dando cada vez más caña dentro del mercado.